Marchemos para exigir la aprobación inmediata de la ley de matrimonio gay*

Este 28 de junio, Día del Orgullo GLTTB, exigimos el mismo derecho con el mismo nombre: que se apruebe definitivamente la ley de matrimonio. Es un primer paso en la lucha por conquistar todos nuestros derechos y libertades democráticas, en el camino de acabar con todas las formas de opresión y explotación. Para eso, tenemos que poner en pie un amplio, activo y poderoso movimiento de lucha, independiente del Estado, el gobierno y los partidos del régimen.
Este lunes 28 de junio, te invitamos a marchar con nosotras y nosotros con esta perspectiva, para exigir la aprobación YA de la ley de matrimonio para personas del mismo sexo. ¡Los mismos derechos con los mismos nombres! ¡Basta de opresión contra las personas GLTTB! Te esperamos a las 18:30 en Plaza Congreso.


* Extracto de una nota de La verdad Obrera, semanario del Partido de los Trabajadores Socialistas.
Pueden leer la nota completa haciendo click aquí

Respetar la diversidad es luchar contra la opresión

Por: Andrea D’Atri*








jueves 3 de junio 2010
Esta semana, con gran repercusión mediática, se abrió el debate sobre la ley de matrimonio para personas del mismo sexo en las comisiones del Senado. Con los alegatos presentados por distintos activistas y una emotiva intervención del director de teatro Pepito Cibrián, comenzó esta segunda etapa en la que se definirá si, finalmente, se aprueba la ley. Al mismo tiempo, grupos de fundamentalistas evangélicos marchaban para repudiar la aprobación del proyecto y la Iglesia Católica enviaba a sus propios “negociadores” para convencer a los senadores de votar en contra. Pocos días antes, durante los festejos del Bicentenario, la presidenta se jactaba de que se había celebrado “con pluralidad, con diversidad”. Y del respeto a la diversidad, justamente, es de lo que más se habla cuando se defiende el proyecto del matrimonio gay. Pero ¿cuál es la situación, en Argentina, de las personas que no son heterosexuales?, ¿dónde se origina esa discriminación contra gays, lesbianas y transexuales?, ¿qué han dicho los marxistas sobre la homosexualidad?, ¿qué debemos hacer las trabajadoras y trabajadores para enfrentar la discriminación que también divide nuestras filas? En el transcurso de este mes en el que se conmemora el Orgullo Gay en todo el mundo, abrimos este debate en La Verdad Obrera.

Es cierto que, en Argentina, la discriminación contra las personas no heterosexuales ha disminuido si comparamos con apenas unas décadas atrás. Sin embargo, la realidad es bastante más compleja de lo que parecería por la llegada de cruceros gays al puerto de Buenos Aires o la proliferación de boliches, hoteles y bares “gay friendly”.
Apenas dos meses antes de que se tratara el matrimonio gay en el Congreso, la joven cordobesa Natalia Gaitán era asesinada de un escopetazo por el padrastro de su novia, por ser lesbiana. La situación de la gran mayoría de las travestis, en cualquier lugar del país, no tiene ni punto de comparación con la de Florencia de la V y otras figuras mediáticas; son muy pocas las que pueden ejercer un oficio y casi ninguna consigue un trabajo en relación de dependencia, por lo que la migración a las grandes ciudades y la prostitución termina siendo la única vía para la supervivencia. Los gays son “aceptados” en la farándula, siempre que se ajusten a los estereotipos de la “loca alegre”; pero en las canchas de fútbol todavía se sigue insultando a los adversarios aludiendo a supuestas conductas sexuales. Las lesbianas, si aparecen en televisión, es para deleite y consumo de la platea masculina; en general, son las más invisibilizadas entre las personas no heterosexuales.
¿Cuántos son los gays y las lesbianas que, en su trabajo, sólo hablan del amigo o la amiga con la que comparten el departamento, pero sin atreverse a nombrarlos como sus parejas? ¿Cuántos son los hombres que, cada domingo a la noche, se esfuerzan por recordar los resultados de la tabla para no quedar fuera de las conversaciones, al día siguiente, en el comedor de la fábrica? ¿Cuántas son las mujeres que, ante la mirada absorta de sus compañeras de oficina, se esfuerzan por explicar que no les gusta ese galancito de moda? Lo que es peor aún: inclusive en sus propias familias, en muchas ocasiones, se impone el silencio por el miedo al rechazo.
Para las personas que deben ocultar su condición sexual, su identidad, su deseo, el “enemigo” también está en casa: la propia familia, compañeros de trabajo, vecinos… Las personas homosexuales deben mentir, ocultar, inventarse una identidad para ser aceptadas.
Para los marxistas revolucionarios, entonces, no se trata de “tolerar”, como dicen algunos, ni siquiera sólo de “respetar la diversidad”, sino de luchar por desterrar los prejuicios y toda forma de discriminación de lesbianas, homosexuales, travestis, transexuales, combatiendo tanto ésta como todas las formas de opresión que pesan sobre la humanidad para acabar definitivamente con tanta ignominia.
Pero además, como no puede liberarse de sus cadenas quien, a su vez, oprime a otros, es más necesario aún empezar por desterrar estos prejuicios de nuestra propia clase, combatiendo la división que nos impone la clase dominante entre heterosexuales y homosexuales, como también se hace entre nativos e inmigrantes, entre hombres y mujeres, etc. Porque reproduciendo la estigmatización, el desprecio y la humillación inculcada durante siglos, se garantiza y perpetúa la división en nuestras propias filas, que sólo fortalece a las clases dominantes y sus reaccionarias instituciones e ideología.

*Andrea Datri es licenciada en Psicología (UBA) y especialista en Estudios de la Mujer. Miembro de la agrupación latinoamericana de mujeres Pan y Rosas. Dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas.



Pecado, delito, enfermedad, caricatura... distintas formas de opresión

Por: Andrea D’Atri

Las actitudes sociales e incluso las normas y leyes con respecto a la homosexualidad no han sido iguales en todas las épocas. Es bien sabido que, en la antigüedad, los griegos no sólo aceptaban sino que tenían en alta estima las relaciones homosexuales, generalmente entre un hombre mayor y otro más joven, que solía ser su discípulo. Incluso en la Iglesia, entre el siglo XI y XII -cuando se prohíbe el matrimonio a los sacerdotes que, hasta entonces, podían casarse-, hubo un florecimiento de la poesía erótica homosexual que daba cuenta de la existencia de estas relaciones entre los miembros del clero. Rápidamente, la Iglesia prohíbe las relaciones homosexuales a los sacerdotes y más tarde, cerca del año 1300, se impuso, en casi toda Europa, la pena de muerte para las personas que mantuvieran relaciones homosexuales.
La persecución de los homosexuales fue disminuyendo con el correr del tiempo, aunque, en el siglo XIX, volvió a aumentar de la mano de un nuevo modelo de familia, basada en el matrimonio heterosexual, la monogamia -esencialmente de las mujeres- y la sexualidad dirigida exclusivamente a la reproducción. Este se convirtió en el modelo familiar para el proletariado, en pleno auge del desarrollo capitalista. Y, por supuesto, incluyó la opresión sexual y la persecución y discriminación de las personas homosexuales. Se trataba de forjar una forma de familia que no sólo proveyera al capitalista de fuerza de trabajo, sino que lo hiciera gratuitamente, es decir, que fueran los propios explotados los encargados de garantizar el sustento de las futuras generaciones de explotados y el suyo propio.
Como señala el marxista Jean Nicolas: “La norma sexual, como cualquier forma de ideología, no es algo que exista de por sí; se materializa en toda una serie de instituciones sociales que, por su parte, desempeñan otras funciones. La inculcación de la norma sexual se opera sobre todo en el seno de las tres instituciones principales encargadas de la educación de los individuos: la familia, la escuela, la iglesia. (…) Aparte de esto, las instituciones encargadas de la inculcación de la norma sexual encuentran un relevo en las instituciones represivas como la psiquiatría o la cárcel, que se hacen cargo de los desviados.” Esto último señala un aspecto de la opresión que se desarrolla en la modernidad: convertir en “enfermo” o “desviado” a quien no se ajusta a las normas sociales establecidas. La homosexualidad, que era una forma de relación habitualmente aceptada en la Antigüedad, luego se transforma -en las culturas occidentales- en pecado, más tarde en delito y, más recientemente, en patología.
Infracción o enfermedad, el fin es el mismo: someter al individuo a un proceso de “normalización” para integrarse en las relaciones de producción capitalistas y perpetuarlas. Negando la homosexualidad o reprimiéndola, pero también presentando una imagen caricaturesca y deformada de los homosexuales, se establece, reproduce y legitima la opresión de millones de seres humanos que aman, gustan y desean a otros de su mismo sexo.

El socialismo y la cuestión homosexual

Por: Andrea D’Atri

Cuando el escritor Oscar Wilde fue condenado a dos años de trabajos forzados, acusado de indecencia por su homosexualidad, se alzó la voz de los socialistas en defensa del poeta.
En un artículo publicado en 1895, en la revista Die Neue Zeit del Partido Socialdemócrata Alemán, Eduardo Bernstein –uno de sus principales dirigentes- escribió en defensa de Wilde que no podía perseguirse la homosexualidad como algo antinatural ya que no hay casi nada en la actividad de los seres humanos que sea natural. “Toda nuestra existencia cultural, nuestro modo de vida de la mañana a la noche, es un constante atentado contra la naturaleza, contra las precondiciones naturales de nuestra existencia. Si se tratara tan sólo de lo que es natural, los peores excesos sexuales serían tan objetables como, por ejemplo, escribir una carta –ya que la forma de establecer la integración humana por medio de la palabra escrita resulta tan alejada de la naturaleza como cualquiera de las formas conocidas de satisfacer las urgencias sexuales pueda resultarlo nunca.” Y además, señalaba que las opiniones sobre lo que es natural o antinatural para los seres humanos son históricas, es decir, reflejan el nivel de desarrollo de la sociedad. También denunció que considerar a la homosexualidad como una enfermedad era otra forma de moralismo.
Dos años más tarde, en Berlín, el médico Magnus Hirschfeld funda el Comité Científico Humanitario, cuyo objetivo central era la abolición de la ley anti-homosexual alemana. Fueron los diputados socialdemócratas los más fervientes enemigos de esa ley reaccionaria. Fue Augusto Bebel –destacado dirigente del Partido Socialdemócrata Alemán- quien propuso revocarla. En 1919, Magnus Hirschfeld funda el Instituto de Sexología, en Berlín, y en 1921 –cuatro años después de la Revolución Rusa- organiza el primer congreso científico sobre sexualidad de la historia. En este Encuentro Internacional para la Reforma Sexual que reunió a científicos de distintos países, se pusieron como ejemplo para todo el mundo, las leyes sobre homosexualidad de la Rusia soviética. Contra el orden establecido, el Partido Comunista Alemán defendía la igualdad para gays y lesbianas, mientras los homosexuales eran perseguidos y discriminados. El propio Hirschfeld, en distintas ocasiones, fue apaleado, sufrió una fractura de cráneo y recibió un disparo durante una conferencia.
La Revolución Rusa eliminó todas las leyes zaristas que reprimían la homosexualidad y que eran “contradictorias con la conciencia y la legalidad revolucionaria”. En 1923, un prominente médico de Moscú aprobaba el nuevo código legal diciendo: “La legislación soviética se basa en el siguiente principio: declara una total ausencia de interferencia del estado y de la sociedad en los asuntos sexuales, siempre y cuando no se afecten los intereses de ninguna otra persona.”
Bajo la reacción stalinista, sin embargo, junto con el retroceso en los derechos de las mujeres, se avanzó en la patologización de la homosexualidad, hasta que en 1933 se la volvió a considerar como un crimen, alejándose de la tradición socialista que siempre había sostenido una postura muy avanzada contra los prejuicios imperantes en la época. De esa tradición nos sentimos herederos: ¡Basta de opresión sexual! Abajo todas las leyes y normas que discriminan y reprimen a gays, lesbianas, travestis, transexuales. ¡Plenos derechos para las personas no heterosexuales!

Matrimonios y algo más...

(parte 3)
fuente: http://www.panyrosas.org.ar/

Después de doce horas de debate y con libertad de conciencia dictada por todos los bloques, la Cámara de Diputados dio media sanción a la ley del matrimonio entre personas del mismo sexo con 125 votos a favor, 109 en contra, 6 abstenciones y 16 ausentes. Ahora, deberá ser aprobada en el Senado donde –a pesar de las expectativas de la Federación Argentina de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (FALGBT)- siempre se trabaron los proyectos más progresistas.

109

Los sectores derechistas se opusieron con argumentos reaccionarios provistos por la Iglesia que, en los días previos, redobló su furibunda campaña con cartas y visitas a los diputados para interiorizarlos de su preocupación. Sin embargo, las fuerzas políticas que hace unos años impidieron que se aprobara la ley nacional de unión civil en el Senado, esta vez tuvieron que pronunciarse a favor de la “unión civil” para manifestar su rechazo al matrimonio y no quedar como discriminadores.
El tema de la adopción ocupó el centro de los debates derechistas. Ivana Bianchi, del Peronismo Federal, adujo que su negativa era porque “ese niño estaría en conflicto con otros niños, consigo mismo y su entorno”. Para discriminar a los homosexuales, la diputada se mostró preocupada por la supuesta discriminación que sufrirían sus hijos. Pero todos los días vemos cómo se discrimina a los niños de familias migrantes de los países vecinos ¡y a nadie se le ocurriría prohibir que bolivianos y paraguayos tengan hijos para que no sean discriminados! La diputada tendría que preocuparse, más bien, para avanzar en desterrar los prejuicios y la discriminación de la que son víctimas muchísimas personas por el color de su piel, por sus ideas, por su identidad sexual, por su nacionalidad o por ser pobres.
Otro diputado del mismo bloque, Mario Merlo, señaló que el matrimonio es “una celebración milenaria entre hombres y mujeres en las distintas culturas del mundo”. Pero esto no es verdad, como todas las instituciones sociales ha sufrido cambios. ¿Acaso en EE.UU. el matrimonio no debía ser entre personas del mismo color hasta que recién en la década del ’60 se permitieron los matrimonios interraciales?
Pinedo, del PRO, también habló de la importancia de que los niños tengan madre y padre. Pero en Argentina, uno de cada tres hogares es sostenido por una mujer ¿cuántas de ellas están solas, separadas o viudas? ¿Tendrían que dar en adopción a sus hijos para que crezcan en hogares con madre y padre?
Más descarada fue la “diputada evangélica”, Cynthia Hotton. La amiga de Julio Cobos lanzó sus ridículos argumentos: “Vamos a permitir ahora parejas de tres o cuatro personas…” No estaríamos en contra de que se permita. Pero la realidad es que no hay personas que reclamen este derecho y, por el contrario, sí hay miles de gays y lesbianas que quieren que sus parejas tengan los mismos derechos que los matrimonios heterosexuales. La diputada hace espamento por lo que no existe para evitar pronunciarse a favor de un reclamo que existe delante de sus narices.

6

Entre las abstenciones, la de Carrió fue la más resonante. Habló de la “tensión” que existía en su conciencia entre no discriminar a los homosexuales y respetar a su Iglesia, para la que el matrimonio “es un sacramento, como la eucaristía”. Luego dijo: “no quiero ir en contra de mi Iglesia”. ¿Carrió no sabía que estaba adentro de un parlamento y no en la catedral? El matrimonio es un contrato civil, ¡incluso desde mucho antes de que se fundara la Iglesia! Tuvieron que pasar muchos siglos para que la Iglesia lo transformara en un sacramento y muchos siglos más para que el casamiento por iglesia perdiera valor ante la ley y volviera a ser un trámite civil, como actualmente. Mientras la diputada no quiere ir contra Bergoglio y su Iglesia, miles de personas homosexuales que son judías, musulmanas, ateas ¡o católicas!, reclaman que ya no se los discrimine. La chupacirios de Carrió, que pretendió cubrirse “por izquierda” con su discurso para no quedar tan mal con la comunidad gay y terminó absteniéndose para no quedar tan mal con su amigo cardenal, debería saber que el refrán dice que a los tibios los vomita dios.

125

Que hayan votado favorablemente 125 diputados no puede confundirse con la ilusión de que el recinto está repleto de progresistas. Entre quienes aprobaron el proyecto se encuentran derechistas del PRO y del Peronismo Federal, opositores sojeros radicales y de la Coalición Cívica, además de la mayoría del bloque kirchnerista –aunque algunos votaron en contra o decidieron no bajar al recinto para no enfrentarse con Néstor Kirchner. Como ya señalamos anteriormente, el tratamiento de la ley ha sido maniobrado por el kirchnerismo en su intento de imponer debates que rompan la polarización “oficialismo vs. oposición”, dividiendo transversalmente a todos los bloques. Ya habían evitado que se tratara la ley, a fines del año pasado, porque Cristina Kirchner viajaba al Vaticano. Y hace apenas una semana frustraron el debate negándose a dar quórum.
Por eso debemos organizar un gran movimiento de lucha, con independencia del Estado y los partidos del régimen, para conquistar igualdad ante la ley sin distinción de identidad u orientación sexual. Así podremos arrancarle al Congreso, definitivamente, la ley que tiene media sanción y que debe tratarse aún en el Senado, exigiendo, además, que el gobierno rompa relaciones con el Vaticano y encarcele a todos los curas abusadores y también a los vinculados con el genocidio; que se expropien las propiedades de la Iglesia y que se termine los subsidios a esa reaccionaria institución y la educación religiosa. Para alcanzar la separación absoluta y definitiva de la Iglesia del Estado y avanzar en todos nuestros derechos.
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